La nueva normalidad

Por paradójico que pueda sonar, el cierre del ciclo de Hugo Chávez en el poder no parece traducir se en el caos que él mismo vaticinaba durante su última campaña. Si se miran los síntomas más superficiales, desde luego, pareciera que esta transición ha hecho brotar las fallas tectónicas que atraviesan al régimen y a la oposición. Las elecciones regionales cambiaron el mapa político, pero para ambos, y en direcciones quizás inesperadas. Hay mucho regocijo no sólo entre quienes ganaron diecinueve gobernaciones y arrebataron una, sino entre quienes desde las catacumbas celebran el fracaso de las opciones de la unidad democrática, pensando que ello abona sus tesis antipolíticas o alguna expectativa candidatural para las inevitablemente cercanas elecciones presidenciales. Hay, por otra parte, consternación entre quienes se esforzaron para conservar espacios democráticos en las condiciones políticas y electorales más adversas que pueden imaginarse; hay, también, para el ganador, esa aspereza que causa la ausencia del más preciado trofeo, ese que podía garantizar el acceso inmediato, por fin, a la tan deseada hegemonía, sin dejar brecha alguna por donde pudiera quebrársela. Pero todo esto, estos efectos, tie nen causas que no son tan cercanas. No son efectos únicamente de las elecciones; más bien obedecen a una lenta reestructura ción que se ha venido produciendo y que ha quedado a la vista y ha sido sancionada con los procesos electorales. Ya he insistido antes en la progresiva construcción de lealtades identitarias: no es gobernar lo que persigue el régimen, sino crear una nueva identidad nacional, una venezolanidad propia e irreversible. Un ex ministro devenido encuestador e investigador social lo reiteraba en estos mismos términos hace pocos días, diciendo que los resultados de las elecciones regionales, más allá de la ausencia del Presidente, indican el bautizo a la sociedad venezolana de una identidad que se ha ido construyendo en más de catorce años, como es el chavismo. Hay que añadir a esto la gigantesca industria del voto, principal producto de las...

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