Obispo pecador, presidente de carambola

Para fortuna de la maltratada y ambigua democracia en América Latina, ha sido prácticamente unánime la condena al proceso político que concluyó, en la destitución del presidente Fernando Lugo de Paraguay. La democracia de la región atraviesa un momento deplorable de reacomodos, complicidades y silencios. Un momento signado por el asalto y la destrucción de los principios de la democracia y de sus fundamentos en el nombre sagrado de la soberanía de los pueblos. Nunca se había mentido tanto, nunca las hipocresías habían violado todos los límites de la discreción como en esta primera década confusa del siglo XXI. La democracia sin adjetivos ha sido la primera víctima de esta conspiración. A estas alturas de los tiempos no sabemos cuál es la validez y respetabilidad de los principios que le dieron consistencia al sistema interamericano desde la gran IX Conferencia de Bogotá, donde se creó la OEA. Todos parecen si no condenados a muerte, sí al silencio y los laberintos del no compromiso. De ahí la irrelevancia cuando no el fracaso de las cumbres regionales, interamericanas e iberoamericanas. Los Estados y sus presidentes o gobiernos prefieren optar por el oportunismo, por el individualismo que produzca más y con venga más sin pensar en el conjunto. La democracia y quienes abo gan por ella han sido derrotados. Con las famosas cláusulas democráticas se ha jugado a tantos malabarismos que finalmente se concluyó que la flexibilidad era el Ábrete Sésamo de la democracia en América. La democracia tumultuaria de los países de la Alternativa Bolivariana se devora a sí misma. La inestabilidad parece ser su signo. Evo Morales nunca había dado tan evidentes demostraciones de incompetencia como en la crisis desatada por una huelga de las fuerzas policiales. El Presidente apela a las fuerzas armadas, como en un deseo de enfrentar policías con militares, como si él fuera a sobrevivir en su papel de gran árbitro. Ecuador es un volcán en erupción cotidiana porque Rafael Correa quiere abrir página todos los días. Sus desmanes verbales le crean fiascos como el asilo diplomático de Julian Assange, que tomó en serio una invitación a vivir en Ecuador y a utilizarlo en su guerra contra los medios. Más temprano que tarde la doctrina de la flexibilidad de la democracia pregonada por Unasur fue puesta a prueba. El Congreso de Paraguay destituyó en un zafarrancho político, como si se tratara del jefe de un comité de barrio, al presidente de la República, Fernando Lugo...

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