Simpatía por Orfeo

En cierta ocasión, vi a Jacobo Borges pintando en su computadora con la técnica duborcom. Lo sorprendente no era la ductilidad de la tecnología (ni la habilidad del artista, ya para el momento octogenario, en el uso de los pinceles virtuales y una paleta casi ilimitada), sino el método de trabajo del creador, que consistía básicamente en volver sobre sus pasos para agregar trazos, tonalidades y volúmenes a lo que me parecía que ya estaba listo antes de que él incursionara por enésima vez en cada fragmento de la obra.

Y en cada oportunidad se echaba de ver que las recurrencias eran beneficiosas para la obra, que cada vez que era revisitada ganaba en profundidad, enigma y expresividad. El resultado es una compleja urdimbre de trazos, un espeso cañamazo por donde se traslucen los destellos e incluso intencionales vacíos, puesto que la insistencia en trabajar sobre lo trabajado a veces era, también, para borrar.

Tuve la sensación de estar ante idéntico procedimiento al leer la más reciente novela de Ibsen Martínez, Simpatía por King Kong , (Editorial Planeta, Caracas, 2013), un apasionante nudo narrativo en el que confluyen varias historias: ficticias, reales, míticas; reales, pero adulteradas por el rumor y la fantasía; falsas, pero avivadas por detalles comprobables en la realidad; intrascendentes, pero expuestas con tal dominio de los efectos que se vuelven apasionantes ante el ojo del lector. Y, sobre todo, historias sobre las que se vuelve desde la variada entonación de los distintos géneros, entonces aparecen renovadas y como iluminadas por diferentes resplandores.

Es la novela de un Pecos Bill literario, que se acerca, encandilado y sediento, al río de las letras, donde se afana, ávido de artesanía retórica y de desplegar una especie de cestería donde quedan entretejidos los múltiples géneros en que el autor es diestro. No hay duda de que Ibsen Martínez es lo que Ángel Rosenblat ha denominado "técnico de la palabra" (como complemento a la cualidad de artista, que también se le acredita al caraqueño).

Mira las manos del mago Simpatía por King Kong ¿narra?, ¿o más bien saca de quicio?, un incidente de la vida de Kiko Mendívil o Kiko Malanga (una recreación literaria del músico y actor nacido en Cuba y residenciado por décadas en Venezuela, donde murió, Kiko Mendive, a veces mentado por sobrenombres distintos a Kiko Malanga), que constituye el epicentro de una trama cuyo polo de tensión es el riesgo constante de descenso a los infiernos del...

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