Cuando los orgasmos no se detienen

La discreción de Bárbara oculta un problema que, visto de cerca, le acarrea más incomodidad que placer. Con 27 años de edad y soltera, la joven padece el síndrome de excitación genital permanente, lo que la lleva involuntariamente a sobrexcitarse sexualmente ante cualquier contacto o roce físico, sin relación con el deseo o pensamiento erótico. Se trata de un trastorno que surge de forma espontánea, en ausencia de deseo sexual, que no desaparece con el orgasmo y que ha sido reconocido como un problema médico, explica el psicólogo José Ángel Alzurú. Indicó que en 2001 el Persistent Sexual Arousal Syndrome o PSAS fue incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Men tales, que elabora la Asociación Americana de Psiquiatría, como una disfunción semejante o equivalente en femenino al priapismo del hombre. El PSAS no está relacionado con la hipersexualidad. Ni siquiera con el sexo. Consiste en una activación genital intensa, sin deseo sexual, a toda hora, y que puede durar semanas o meses. Alcanzar el orgasmo puede aliviar los síntomas durante unas horas, pero vuelve a aparecer. Alzuru indica que las mujeres afectadas sienten oleadas de orgasmos espontáneos a cada rato, sin desencadenante posible que logre ser identificado. Pero, atención, hablamos de algo indeseado, más desagradable, frustrante y doloroso que placentero y que les impide desarrollar sus tareas diarias con normalidad. Las mujeres que padecen el PSAS de manera crónica llegan incluso a perder su capacidad para sentir placer mediante el sexo porque el orgasmo se convierte en una forma de aliviar los síntomas dolorosos. ¿Quién dijo placer...

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