País marchito

Los países, como las flores, se marchitan. Pierden su lozanía en los aspectos más diversos. El sentido de que sus habitantes realizan una vida y tarea común, por ejemplo. En esta oportunidad nos vamos a referir a la decadencia de algo menos espiritual y más concreto: el parque productivo. Durante muchos años Venezuela fue creando una infraestructura y un aparato industrial que indujeron el florecimiento de su economía. Instalaba, importaba y operaba maquinarias modernas, las cuales a su vez generaban oportunidades de trabajo para una parte creciente de la población. Al punto de que se necesitó mano de obra extranjera tanto en niveles profesionales y técnicos como para la recolección de las cosechas y actividades de servicio. Lo que dio lugar a una fuerte inmigración, que los venezolanos considerábamos normal y veíamos con complacencia. En infraestructura se llegó a cons truir la que alguna vez fue la más importante red carretera de América Latina; en electricidad se nos llegó a considerar una potencia energética continental y tuvimos amplia capacidad exportadora; el agua llegó por acueductos a casi todos los confines del país; la vivienda, aunque en gran medida insuficiente, permitió eliminar el rancho rural y fue asequible para las clases populares y medias. En agricultura, casi siempre la pata floja del florecimiento, se pudo abastecer con productos nacionales gran parte de las necesidades alimentarias de la población y se recorrió un camino que llevó desde el conuco hasta la empresa agrícola. Lo más impresionante fue la crea ción del parque industrial. Primero asociado a la expansión de infraestructura y luego, con el objeto de satisfacer el mercado doméstico, mediante la sustitución de importaciones. Se trató en buena medida de una industria de ensamblaje que requería avanzar hacia etapas más elevadas de sofisticación tecnológica, pero que permitía vislumbrar tal avance y formó un proletariado industrial significativo. También, de la mano del Estado, se incursionó en las industrias básicas, en las cuales contábamos con ventajas comparativas y posibilidades de exportar, como la del aluminio, la petroquímica y la siderúrgica. Pero a partir de algún momento ese florecimiento se detuvo. Cuando comenzaron a presentarse dificultades macroeconómicas, a principios de los ochenta, la atención se dirigió a los problemas inmediatos y se descuidaron las exigencias del...

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