Paisajeno: artefacto político y poético

La lectura de Paisajeno me ha llevado a preguntarme: ¿Cómo fue recibido Azul? ¿Cómo se leyó Diario de un poeta recién casado? ¿Qué opinaron de Residencia en la tierra o de Trilce o de El Fiord sus estrictos contemporáneos? ¿Cómo fueron aquellos primeros meses de recepción? ¿Cómo interviene en ella una circulación ajena al mercado y sus librerías? Seguramente no demasiado distinta de los que ha experimentado el libro de Willy Mckey. La poesía experimental siempre ha sido minoritaria y, por tanto, su suerte la han decidido pequeños círculos de lectores que no siempre han sabido calibrar la importancia del texto que tenían entre manos. Se equivocaron tantas veces como acertaron: qué es la historia de la cultura sino un sinfín de malentendidos, errores, rectificaciones, algún acierto. Probablemente también me equivoque yo; pero no por eso voy a dejar de decirlo: Paisajeno es uno de los libros más importantes que se han publicado en Venezuela en las últimas décadas. Me ha deparado tanto placer estético como en su día sentí con ciertas novelas de Victoria de Stefano, con algunos poemarios de Igor Barreto, con la poesía completa de José Barroeta o de Rafael Cadenas. Y a él le he sumado el placer ético (que intuyo que Willy ha aprendido de poetas como Paul Celan), el placer estructural (Deleuze y Guattari) y el placer relacional (su invención de un sistema propio de distribución de sí mismo, su vocación hispanoamericana, su capacidad de conectar con parte de la literatura que más me interesa en nuestra lengua). Porque estamos antes un libro expansivo como una nave espacial, que sabe establecer una topografía de puentes y túneles y cableado submarino de fibras ópticas; complejo como una máquina del tiempo, que salta con agilidad y conocimiento de un nodo a otro de la historia de lo nuevo; y profundamente comprometido con un proyecto político de país que puede ser nacional, pero nacionalista jamás. El compromiso artístico se contrae primero con la forma (con la manufactura: con el arte) y después con las ideas, de modo que no es evidente: Paisajeno actúa por negación. Contra el país hostil. País ajeno. Paisaje no. La crítica de una concepción ideológica y manipulable del contexto geográfico es implacable, contra-espacial: "Los paisajes me aterran". Willy escribe en la época de Hugo Chávez, cuyo programa ha consistido en la re-semantización del espacio y de la historia de Caracas y de Venezuela. Desde el aspecto de los barrios caraqueños (y sus...

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