Pobres estudiantes, digo

Carmela tiene 12 años. Comenzó a estudiar bachillerato este lluvioso octubre de 2010. La madre le compró los textos que le indicaron en el colegio. Uno de ellos se titula Educación familiar y ciudadana. Interesada en lo que le enseñan a la hija, comenzó a leer el texto y le pareció que su contenido no sólo era extraño y desordenado, sino también frecuentado por contradicciones y vacíos.

Quiso compartir conmigo su perplejidad. Quiso hacerlo antes de conversar con los profesores y preguntarles, simplemente, por qué estos textos son como son y por qué a los estudiantes se les condena a trajinarlos.

El relato explica el origen de esta nota. Leo y releo Educa ción familiar y ciudadana y mi desazón crece mientras avanzo en sus páginas. ¿Qué decir y qué hacer? Soy un lego en asuntos pedagógicos, cierto, pero no lo soy tanto en asuntos venezolanos.

Sospecho que las deficiencias de estos textos no son una excepción y que responden a un denominador común de improvisación. Pienso en otros tiempos. Vienen a mi mente aquellos en que pedagogos como Humberto Bártoli y José Manuel Siso Martínez escribían textos escolares.

Recuerdo los libros para jóvenes de Antonio Arráiz, el gran escritor. La educación fue razón de vida de venezolanos eminentes como Luis Beltrán Prieto Figueroa, Au gusto Mijares, J.

M. Alfaro Zamora, Rafael Vegas, Mercedes Fermín. No dudo que existan ahora otros como ellos, ni creo que su legado se haya perdido. No obstante...

Como no soy in quisidor, no me detendré en quiénes escriben estos textos oficialmente bendecidos, y generalmente recomendados, como Educación fa miliar y ciudadana Editorial Actualidad Escolar 2000, que trae de cabeza a la madre de Carmela y se pregunta por qué a su hija se le condena a tanta mediocridad y, sobre todo, a tantas inexactitudes. A algunos temas escabrosos les falta sutileza. No me compete hacer el análisis de todo su contenido, no incurriré en lo que critico, o sea, esto de aventurarse en tareas que requieren especialización y conocimiento.

Educación familiar y ciuda dana tiene una peculiar ma nera de interpretar la historia.

En vez de hablar de constituciones habla de sistemas electorales desde 1811. Pero ¿imagina usted cuándo se acaba la historia en este texto? En 1945.

Copiaré lo que allí se escribe: En abril de 1945 se le otorga el voto directo a los varones mayores de 21 años y alfabetos para la elección de diputados al Congreso y se le concede por primera vez el voto a las mujeres mayores de 21...

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