Poggio Bracciolini: el rescate de Lucrecio

La historia que me propongo resumir aquí es una historia feliz. Un episodio en pleno Renacimiento, que bien pudiese haber ocupado un capítulo en los Momentos estelares de la humanidad, el inspirador li bro de Stefan Zweig. El protagonista, Poggio Bracciolini, era un hombre al límite de lo inclasificable. Para empezar: en tiempos donde el mundo operaba como una sólida red de obediencias, había en él un talante autónomo, autosuficiente. Era culto y un bibliófilo irremediable.Excepcional porque alguien de su procedencia, sólo en raras ocasiones, lograba acercarse tanto al centro del poder.Su profesión : un scriptor de la burocracia papal con la habilidad y la astucia para ascender al escalón más alto: llegó al codiciado cargo de secretario episcopal. Le daba forma escrita a las decisiones del Papa, transcribía sus palabras, escribía las cartas que el máximo prelado enviaba a otros hombres poderosos del mundo.Poggio Bracciolini escribía un latín inequívoco y cortés.Estamos en el año de 1471.Desde hace más de un siglo, un puñado de conocedores y hombres de letras están embarcados en el cultivo de una pasión, inusual para su época: buscar libros Antiguos, provenientes de Grecia o de Roma.Bracciolini y sus colegas, aliados o en abierta competencia, han rastreado las bibliotecas, en su mayoría ubicadas en monasterios y abadías, en buena parte de Italia. El ejemplo de Petrarca, que había logrado rescatar y reconstruir el texto fundamental de Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación, en 1330, había acicateado el interés de algunos hombres cultos.Las comunidades monásticas vivían entonces bajo el imperativo de leer. Se llegaba al extremo de castigar a latigazos a quienes no cumplieran el mandato. En aquellas bibliotecas, ocultos en estanterías que nadie revisaba, polvorientos, envueltos de telarañas, a menudo castigados por la humedad, permanecían a lo largo de décadas y hasta de siglos, libros de origen desconocido. Los encargados no sabían de dónde provenían ni tampoco qué contenían. Los monjes leían libros nuevos mientras los desco nocidos permanecían en las penumbras, abandonados a un destino incierto.A la caza de libros Poggio Bracciolini está en un momento peculiar de su vida: una compleja madeja de acontecimientos ha logrado poner en fuga a Baldassarre Cossa, el Papa Juan XXIII. Le formularon más de setenta cargos y en mayo de 1415 fue destituido. Bracciolini se quedó sin jefe, sin la protección que le daba su cargo, a la intemperie...

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