Un presidente no tan poderoso

A pesar de que las circunstancias son difíciles, quien resulte electo mañana no contará con un mayor margen de autonomía Quizá porque miramos al norte desde el presidencialismo latinoamericano en sus versiones más tropicalizadas pocas veces nos preguntamos cuánto de la política exterior de Estados Unidos depende del Presidente y, ahora mismo, cuánto cabe esperar que se mantenga o cambie en la orientación y estrategias internacionales de Washington según el resultado de las elecciones del próximo martes. No es casual que en el deba te entre los candidatos Barack Obama y Mitt Romney sobre política exterior, mucho más que en los previos, haya salido a relucir una y otra vez el tema del liderazgo, directamente o a través de los empeños por comunicar a los electores conocimientos sobre las relaciones internacionales, coherencia y firmeza en las posiciones sostenidas y balance en el compromiso entre las prioridades nacionales y la agenda de la política exterior. Al fin y al cabo el Presidente es la máxima autoridad en materia internacional. Con todo, a pesar del amplio margen de decisión y control que la Constitución les otorga, pocas veces los mandatarios de Estados Unidos han concentrado el poder que Arthur Schlesinger caracterizó en su clásico estudio sobre La Presidencia Imperial. Situaciones de gue rra y crisis agudas Âcomo las que se combinaron durante los excepcionalmente prolongados años de Franklin Delano Roosevelt en el máximo cargo ejecutivo, o las de algunos de quienes lo ejercieron durante la Guerra Fría favorecieron la supremacía del poder presidencial. Pero lo que ha prevalecido históricamente son circunstancias de menor presión y mayor complejidad nacional e internacional en las que el margen de maniobra del jefe de Estado se ha visto limitado en diversa medida por los controles legislativo y judicial, la incidencia de la burocracia, las presiones de grupos de interés y el peso de la opinión pública. La elección presidencial para el período 2013-2017 ocurre a la sombra de la continuada lucha contra el terrorismo, una década de participación directa en dos guerras y la estela de la Primavera Árabe con sus se cuelas políticas y de seguridad, todo ello al lado de los efectos de una profunda y sostenida crisis económica mundial. Pero no son...

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