Un problema tonto

Así le dijo un militar a Joselyn Prato el día que fue detenida: Tranquila, lo que ocurrió es un problema tonto, en cualquier momento te soltamos. Pero pasaron 68 días después de esa frase. 68 días con sus largas noches. Y un itinerario pavoroso de calabozos, golpes, maltrato, humillación y violaciones a los derechos humanos. Todo por abuchear a una ministra en una playa. Un detalle: Joselyn Prato no estaba cuando ocurrió el incidente.Esta es su historia.Para nosotros ya no es noticia. Para ella siempre lo será.El viernes 21 de agosto de 2015 las noticias hablaban del incidente ocurri do en Cayo Sal, estado Falcón, donde una multitud de temporadistas ejerció su repudio político a dos figuras del gobierno de Nicolás Maduro. Se trataba de la ministra de Turismo, Marleny Contreras, esposa de Diosdado Cabello, y de la gobernadora del estado, Stella Lugo. El abucheo masivo se condimentó con ofensas, arena, botellas y agua. Las titulares abandonaron el lugar con paso rápido, salpicadas por el rechazo y el mal rato. Un episodio condenable, sin duda. Los videos del suceso se convirtieron en epidemia en las redes sociales. Distintos ángulos mostraban un gesto colectivo que nadie pudo haber planificado. Solo el cansancio de un país vejado.Pero al poder no le gusta ser humillado. Al poder le gusta tener la última palabra. Cuatro horas después, Cayo Sal fue tomado por un asombroso contingente de soldados y policías. La rabia llegó en barco. La venganza, digamos mejor.A las 3 de la tarde, los bañistas disfrutaban de un sol occidental y gene roso. Joselyn Prato tenía apenas hora y media de haber llegado con su familia: 12 personas, novio incluido. Bañaba a su sobrina de 6 meses cuando le dijeron que su hermano había sido detenido. Joselyn y los demás corrieron hacia el restaurant donde se encontraba Joan.Él se asomó a ver por qué había tantos militares. Sin querer empujó a un civil que resultó ser un coronel, me cuenta y agrega el impacto que sintió cuando lo encontró en cuclillas, esposado y apuntado por un fusil.Su reclamo fue tan airado que sólo consiguió que un sargento la empujara y cayera en la arena. A partir de allí todo fue vorágine. Entre cinco mujeres policías trataron de esposarla. Yo no me dejaba colocar las esposas y me comenzaron a golpear con los pies. Uno de los golpes en la cara fue con las botas. Me pisaron el brazo tan fuerte que me lo fisuraron.Quedé inconsciente alrededor de 5 minutos. Tenía los brazos arañados como si me hubiera...

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