¡Qué fácil es destruir!

Recuerdo los desvelos de dos gobernadores de mi tierra natal, San Juan de los Morros, Ri cardo Montilla y José Díaz Milano, para proteger nuestros recursos naturales. A Montilla le adjudicaron el remoquete de 3030, cifra equivalente a las medidas de arresto que ordenaba aplicarles a los que cometieran faltas contra un árbol. Como si se tratara de una persona, así sentía la flora, la fauna y la riqueza hídrica del Guárico ese inolvidable defensor de la naturaleza.A Díaz Milano lo evoco esti mulándonos, a los estudiantes, para que acudiéramos a sem brar árboles al cerro Pariapán.Soñaba con que creciera allí un bosque que le diera sombra al pueblo. Me impactó muchísimo ver a Díaz Milano profundamente conmovido cuando una vez prendieron fuego a la loma y la llamarada devastaba decenas de miles de géneros que habían crecido en esa espesa vegetación. En ese momento supe lo que había costado abrir los surcos, colocar las semillas, esperar con paciencia que ascendieran los árboles, para que, de repente, un pirómano acabara con todo en un santiamén.Qué fácil es destruir lo que con tanto esfuerzo, constancia, perseverancia, sacrificio y trabajo ha costado construir, para que, de golpe y porrazo, alguien en nombre de lo que se le ocurra lo pulverice. Es el caso de nuestra capacidad de producción agropecuaria. Ciertamente no éramos productores autárquicos, no es fácil lograr ese escenario de autoabastecernos de todo, pero sí habíamos...

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