La revolución cultural de Chávez, una quinceañera sin fiesta

H ace 15 años, de golpe y porrazo, Hugo Chávez anunció el comienzo de la revo lución cultural venezolana.La cultura se vino elitizando, al ser manejada por élites... Príncipes, reyes, herederos, familias, se adueñaron de instituciones, de instalaciones que le cuestan miles de millones de bolívares al Estado, dijo el mandatario en enero de 2001, durante una transmisión de Aló, presidente .La institucionalidad cultural no se adecuaba a las necesidades del gobierno bolivariano ni a sus propósitos de establecer nuevos paradigmas sociales.Fue la primera vez en la historia democrática que el Ejecutivo intervino públicamente en la remoción y nombramiento de los cargos públicos del área.Antes de eso, era el Consejo Nacional de la Cultura el que se encargaba.Manuel Espinoza, entonces presidente del Conac y viceministro de Cultura, asistió al programa dominical con una lista de sustitutos. Pero ni él ni Chávez explicaron qué era la revolución cultural y tampoco qué objetivos perseguía. Fue más adelante cuando algunos intelectuales atisbaron las intenciones: la construcción de nuevos códigos y discursos culturales que permitieran al chavismo consolidar su hegemonía ideológica.Todavía las finalidades del Ministerio de la Cultura siguen alineadas al Plan de la Patria y al fortalecimiento de la revolución bolivariana. Y, ante la ausencia de estadísticas, pareciera que los objetivos no han sido logrados.El proceso se inició con el cambio de 30 directivos de las instituciones adscritas al Consejo Nacional de la Cultura. José Ra món Medina salió de la presidencia de la Fundación Biblioteca Ayacucho, Alexis Márquez Rodríguez de Monte Ávila Editores, Alfonso Quintero del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Mirla Castellanos de la Casa del Artista, entre otros.La remoción más recordada y controversial es la de Sofía Ímber del Museo de Arte Contemporáneo, que incluso tenía su nombre. Yo simplemente fundé el museo, trabajé por él, junto con mi equipo lo convertí en una joya de la corona. Un día me echaron de su dirección sin darme siquiera las gracias, hice mi maletica, me despedí y me vine para mi casa. Punto.Ya está. Que hablen del caso la historia y la posteridad, relata Ímber sobre ese momento en el libro La señora Ímber, genio y figura , escrito por Diego Arro yo Gil Más adelante, en 2005, se creó el Ministerio para la Cultura.Hasta ahora, por ese despacho han pasado un arquitecto, un veterinario, un historiador, un músico, un sociólogo y un...

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