La tercera edad en el cine

Desde que el cine se impuso como espectáculo de masas a mediados del siglo XX, uno de los resortes principales de captación fue el star system , basado en el glamour y la juventud de las luminarias rutilantes y exuberantes de belleza. Nada más citar a Gary Cooper, Marilyn Monroe, Sofía Loren o Marcello Mastroianni, se desata la cadena interminable de nombres con los que recordamos la historia del cine, un arte que ya traspasó la barrera de la tercera edad.

La asistencia al cine era una pauta de consumo predominantemente juvenil y grupal, sea en pareja o grupo de amigos. El espectador solitario era un rara avis de las cinematecas y salones de arte y ensayo.

Todavía pasados los ciento diez años de la invención del cine y aunque se ha transformado como una hidra en múltiples plataformas digitales (cine digital, DVD, Blu-Ray, tercera dimensión, comunicación móvil en diversos soportes...), que permiten una visión más individualizada sigue siendo un espectáculo gregario, comentado, discutido, entre pares, no solamente en la calle sino en las redes sociales. Esta última transformación refuerza también el carácter juvenil del fenómeno de consumo.

Sin embargo, las posibilidades del cine en casa, me atrevo a asegurar, han ampliado significativamente el acceso de gente de la tercera edad. De hecho son los niños y los mayores quienes más televisión consumen y el menú principal de muchos canales temáticos está compuesto por películas clásicas o nuevas. A las dificultades visuales y auditivas se ha respondido con mejoras en la definición, amplitud de pantalla, sonoridad, doblajes, etc.

Hoy muchos espectadores adultos y de la tercera edad se deleitan con las reposiciones de películas que no pudieron ver en su niñez y juventud, pues una vez pasados los ciclos de mercado, los mejores productos pasaban a esos museos fílmicos llamados cinematecas, que de vez en cuando se proyectaban para los cinéfilos.

Gracias a Margot Benacerraf muchos venezolanos disfrutaron del recinto de Bellas Artes durante la década del sesenta y setenta. El telecine supuso un primer cambio en la difusión, como lo demostró Rodolfo Izaguirre con su programa Cinemateca del aire , pero el video y el DVD hicieron el resto. Hoy muchos nuevos espectadores son viejos, o más eufemísticamente adultos contemporáneos por aquello que dijo Dalí: "muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta".

Los grandes directores no son tan jóvenes Hay otro hecho incontrovertible en el mundo del cine y es que el séptimo arte no es ya tan joven, ni tan moderno, si queremos referirnos a sus autores, directores, e intérpretes.

¿Sabía usted que Martin Scorsese se acerca a los setenta, que Michael Haneke se ha hecho con una segunda estatuilla también con setenta, que Woody Allen ronda los ochenta, que Clint Eastwood superó los 81 y el patriarca del cine portugués Manoel de Oliveira, autor nonagenario de Palabra y utopía (2000), dirigió El extraño caso de Angélica con 110 años y está empeñado en hacer otra de las suyas a los 113? Estos datos ponen en cuestión las tesis de que el...

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