Todos los tiempos el tiempo Bioy, Paz, Cortázar

Dedicado a tres mujeres: Myriam Berrizbeitia, Nora Bustamante y Josefina Berrizbeitia Nunca he dejado de ser afortunado: por haber nacido junto al Orinoco, por vi vir desde muy joven en Caracas, por el tesoro de la amistad que recibo, por los viajes, los libros y el amor. Por mi Universidad y las otras.Una nueva muestra de la dicha estoy viviéndola aquí, al recibir el afecto que este Festival me brinda. Mil, mil gracias.Y si bien algunas de aquellas experiencias son incompartibles, acercarme hoy a estos escritores Adolfo Bioy Casares, Octavio Paz, Julio Cortázar conlleva un significado común, porque creo que casi todos los aquí presentes han vivido dentro de las palabras de esos autores. Y quien todavía no lo haya hecho, tiene la incomparable posibilidad de comenzar esa nueva forma de vivir casi ahora mismo.1.Adolfo Bioy Casares Leí por primera vez a Franz Kafka cuando tenía 18 años, al mismo tiempo que a Borges.Los encontré en una antología. Esto hizo natural que el cuento Enoch Soames de Max Beerbohm me llevara a Bioy Casares. Un escritor vende su alma al diablo para saber si su obra es importante cien años después. Quien se había detenido en ella con Borges y traducido tal historia tenía que ser un curioso excepcional. No tardaría yo en admirar ese estilo ardiente y sosegado en los cuentos del propio Bioy.Y desde entonces lo he considerado un caballero paradójico de la tenue prosa. Porque su elegancia esconde infiernos, audacias, muerte y pasiones.Como vibrando en un vitral.Y es que, probablemente in fluido por el cine, desde sus inicios vanguardias, hechos científicos, grabaciones sonoras, el centro técnico de su ficción es la imagen. O, mejor dicho, las imágenes de la imagen: el vertiginoso tránsito de lo visual convertido en percepción matemática o filosófica.A los 23 años, Bioy Casares comienza a escribir su novela La invención de Morel, que se publica en 1940, a los 26 del autor. Poco después, en El Uni versal de Caracas 19 de enero de 1941 se dice que a los efectos de la narración, lo mismo habría podido ser la nacionalidad de nuestro héroe argentina o mexicana.La invención de Morel hoy, más que nunca, es una obra maestra. Ella justifica y despierta los numerosos y admirables cuentos que el autor escribirá a lo largo de su vida, en los que las potencias internas de lo ficticio pueden anular la realidad o aturdirla y hasta sustituirla para hacernos dudar de nuestro propio ser.Su estilo verbos convirtiéndose en acciones novedosas...

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