Tom Wolfe regresa buscando sangre

Inhalo... Exhalo... y me atrevo a admitir una enorme verdad: ¡Este tipo es un fuera de serie! No es un simple escritor, novelista, reportero, cronista o cualquier título que se le ponga a la gente que se gana la vida arrejuntando palabras entre sí y empaquetándolas en periódicos o libros: Tom Wolfe es de otra galaxia, tal vez la misma donde Siths y Jedis se baten en duelos por el uso de La Fuerza. La gran y única verdad es que es un maestro de maestros. Un pana de Yoda, pues. Descubrí a Tom Wolfe la mis ma semana que leí Miedo y as co en Las Vegas del buen Ây di funto Hunter S. Thompson. Al terminar con las psicodélicas aventuras de Raoul Duke, acompañado por su salvaje y atroz abogado samoano, me sumergí en un texto llamado The Electric Kool-Aid Acid Test y si sentí envidia con el de Thompson, al leer este libro casi lloré aturdido por la impotencia. En estas páginas vemos es tan gráfico que pude visualizar todos sus detalles a Tom Wolfe persiguiendo el nefasto autobús amarillo de Ken Kesey y sus amigotes, los Merry Pranksters, en una verdadera odisea épica e histórica a través del desalmado territorio americano, saliendo y entrando de caminos bañados de locura, con un objetivo tan dramático como innecesario: llegar a la Feria Mundial en New York y, estando ahí, pues, salir a echar vaina. En ese libro palpita, hierve y estalla, el corazón del sueño hi ppie; la valiente utopía del Peace and Love; y convierte a íconos como Kesey y Neal Cassady, en seres humanos, con carne que sangra y huesos que se rompen. Es un monumento a una generación única, mucho antes de que los Hell?s Angels se tragaran un cargamento de ácido y destruyeran en un solo festival Altamont el ideal hippie; y antes de que el universo maldijera a la humanidad pariendo a un monstruo llamado Charles Manson. Tom Wolfe ha estado presen te desde esa época, desde los sesenta. No sólo presente: ha tatuado la realidad americana como nadie más se ha atrevido. Con una prosa eléctrica, personal, suerte de metralleta de palabras, ideas y metáforas marinadas, siempre, en el caldo de la sátira, el autor ha tomado, de frente, las principales temáticas de cada década; siempre con el olfato del reportero que necesita conocer, que es adicto a investigar. En Miami es la cosa Hace varios años que a Wolfe le pasó por la cabeza escribir un libro sobre inmigrantes. Quería conocer el mundo de los que se trasladan de un país a otro que llamarán hogar. Miami, entonces, fue la ciudad-objetivo. Al...

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