La universidad siempre ha sido una piedrita en el zapato para los gobiernos

Diego Scharifker Hochman se graduó de bachiller en la Academia Washington con un promedio de 18 puntos. Viniendo de un colegio privado, su destino natural era la Universidad Católica Andrés Bello o la Metropolitana. Pero su padre, el ex rector de la Universidad Simón Bolívar, Benjamín Scharifker, le sugirió que aplicara, también, para la UCV. Diego cuenta que el día en que fue a presentar la prueba interna sonaba por los altoparlantes de los pasillos el himno universitario. La melodía lo removió profundamente. Sentí una gran emoción, y dije: yo quiero estudiar aquí. En octubre de 2008 comenzó sus estudios en la Escuela de Derecho y hace dos meses fue electo presidente de la Federación de Centros Universitarios FCU. Nació en Caracas, el 29 de no viembre de 1989. Sus bisabuelos maternos y paternos son oriundos de la frontera entre Polonia y Rusia y emigraron a Argentina, donde nacieron sus abuelos, que luego se vinieron a Venezuela. Forma parte de la primera generación nacida acá: su padre, Benjamín, nació en Buenos Aires pero llegó a Venezuela antes de cumplir los 4 años de edad y su madre, Mónica Hochman, en Estados Unidos. El abuelo materno, Isaac Hochman, fue uno de los fundadores del Instituto Latinoamericano del Ombudsman, y el abuelo paterno, Gregorio Scharifker, es activista de la fraternidad hebrea. Diego viene con su propio sello. Suele decir que pertenece a la generación de 2007: la que salió a la calle a protestar por el cierre de RCTV. Basta verlo en youtube para tantear su poten cial como líder: puede aparecer, muy seguro, en el centro de Caracas en una manifestación o, plantadísimo, en Oslo leyendo un discurso sobre derechos humanos en perfecto inglés. --Yo me siento orgulloso de ser venezolano. Mientras muchos buscan oportunidades para irse, a mí me ocurre lo opuesto: quiero quedarme. En bachillerato, yo vivía en una bola de cristal. Hay dos Venezuela: la real y la de los que estudian en colegios privados y viven en algunas zonas de Caracas. Y yo sentía la necesidad de romper con esa bola de cristal. Uno ve las necesidades, por ejemplo, del estudiante ucevista, que tiene que utilizar el transporte de la universidad para venir a clase, que no tiene dinero para sacar sus fotocopias todos los días para poder estudiar, que utiliza el comedor porque no hay comida en su casa, y nota que esa es la Venezuela de verdad. Siempre me ha gustado la política. A mí me empezaron apasionando las relaciones internacionales. Me daba pánico...

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