Cruceros venezolanos entre mares y ríos

Cómo llegar. Para mi primera propuesta deben volar hasta La Esmeralda, en el Alto Orinoco y salen por San Carlos de Río Negro. El segundo crucero, de mar, lo toman en Puerto La Cruz y regresan al mismo sitio. Por el Alto Orinoco. Hay que volar hasta La Esmeralda, en el Alto Orinoco, estado Amazonas. Ahí estará el barco esperando a la visita, sobre el río Orinoco. Es pequeño, con un máximo de 20 camarotes, terrazas generosas y abiertas, pasillos con tumbonas, diseñado para la contemplación. Los desayunos y cenas se sirven en la terraza de arriba, abierta a la selva amazónica, con la brisa del recorrido leve por las aguas inmóviles de estos ríos anchos y poco concurridos. Para el almuerzo hay un salón con aire acondicio nado, sillones mullidos y una magnífica biblioteca con libros sobre naturaleza, etnias de la zona, fauna y flora. Es el sitio de reunión cuando el calor arrecia. Cada camarote tiene un balcón con un chinchorro de moriche. Unas lanchitas de aluminio guindan a los lados y sirven para bajar a visitar las comunidades indígenas o adentrarse en la selva. Las paradas son para aprender a pescar con los curripacos. Hay que rogarles a las mujeres que nos den pusana, una flor que las ayuda a pescar y sólo ellas saben cómo utilizarla. Sentarse en sus casitas a probar el ajicero, una sopa con mucho ají y algo de cacería o pesca. La comen agachados mojando el casabe en el caldo. Es un evento grupal. En las comunidades Yanomami sabremos por qué ahora los shabonos son cerrados completos para protegerse de la plaga. Tuvieron que bajar al borde los ríos para subsistir. Las mujeres nos pueden maquillar con onoto y enseñarnos su danza. Las caminatas de selva son gloriosas. Nunca ves el cielo de lo tupida que es la vegetación. Aprendes cómo sobrevivir si te pierdes. Nunca se sabe. La entrada a la laguna de Pa siva Âsecreto de pescadores de pavón es tal cual como pedirle permiso a Dios para visitarlo en el cielo. Se planifica para llegar hacia las 4:00 de la tarde, cuando las nubes se reflejan en el agua. Se forma un túnel de azules y blancos que atravesamos en silencio y despacio, cada quien donde quiera estar. Hasta una música celestial puede ser oportuna. Ahí debemos lanzarnos todos al agua. Los pescadores pueden probar suerte Âsi es temporada y el resto se dedica al via je interior. Otra ruta se goza al dejar el barco en el Casiquiare y cruzar hasta la comunidad de Culebra por el río Cunucunuma. Está rodeada de tepuyes. Caminan hasta un...

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