Vidas ejemplares

Omar Monterola Campeón paralímpico en atletismo Los viajes en autobús desde Barlovento a Caracas son sinónimo de sopor y modorra. No hay mayor novedad; el viento entra por las ventanas si no hay tráfico y el sueño se impone, así suene de fondo un reguetón a todo volumen. Omar Monterola, ganador de la medalla de bronce en la final de 200 metros planos de los Juegos Paralímpicos celebrados este año, subió junto a su madre y otros familiares a una de esas busetas de rutina. Iban a la capital desde su pueblo, Curiepe, para participar en un homenaje al atleta. La mamá orgullosa se aferraba a la pequeña cajita negra y discreta que contenía nada más que una medalla olímpica. Pasó lo que nadie desea que pase y pasa igual: la dejaron en el bus. "Le pedía al Niño Jesús de Curiepe que apareciera. Omar se puso muy triste y todos lloramos", dice María Aponte de Verdú, la abuela de una familia numerosa y sencilla. "No podía creer que tanto esfuerzo se perdiera así", expresa Monterola, mientras una sonrisa blanca e impecable delata el final de la historia. "Un señor la encontró y me contactó. Pienso que fue un milagro". Para sus familiares, ver a un niño correr con tanta rapidez y agilidad luego de que le diagnosticaran parálisis cerebral a los cuatro años de edad, también fue un milagro. "La clave es que yo siempre competí y me formé con personas convencionales", dice Monterola, cuyo gran sueño es participar en los Juegos Olímpicos. El atleta de 25 años, especialista en 100 y 200 metros planos, y cuarto en el ranking mundial, se entrena ocho horas diarias y espera completar dos a tres ciclos olímpicos más antes de retirarse y ser entrenador. Curiepe celebró el oro que logró en los Parapanamericanos de Guadalajara en 2011, pero con los Paralímpicos el furor fue especial. "Fue demasiado bonito. Montaron una tarima frente a la casa y se me encaramaban encima", dice Monterola, con un sentimiento que vale más que mil medallas. Bloque 2 Daniela Jahn Pintora Un día Daniela y su madre veían una de las tantas películas de su colección personal, y en una escena un niño recibía como regalo de navidad una bicicleta. "Mami, yo quiero dibujar bicicletas, ¿cómo las hago?", le consultó ilusionada. "Yo hice el mejor intento de pintarle la forma y al tiempo se convirtió en una constante en su pintura", dice Conchita Cano, su mamá, también artista plástica y modelo de muchas de sus creaciones. Con 27 años, Jahn ya ha expuesto en Estados Unidos, hay dos libros sobre su...

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